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miércoles, 25 de enero de 2012

Reseña colaborativa: "Hombre de pelo en pecho..."

En esta oportunidad compartimos una sesuda reseña y analísis de nuestro voluntario Carlojo acerca de una obra de teatro foro que vino desde Costa Rica.
Les agradecemos a txdxs sus contribuciones!


La tarde del 23 de enero a las 16.30 h. se dio comienzo las primeras obras simultáneas de Teatro Foro, enmarcadas en el Segundo Encuentro Latinoamericano de Teatro del Oprimido. Una de estas tres primeras obras es la interpretada en el Centro Cultural Los Chocoyos, de título “Hombre de pelo en pecho, hombre derecho”, correspondiente al género Teatro Foro Clown, por el grupo costarricense Respiral.


El objetivo es tratar las relaciones de género, no sólo enfocada en las mujeres, sino más bien entre los hombres mismos y entre éstos con aquellas. Para ello es necesario involucrar a los espectactorxs como parte activa de la obra -para lo que se comienza con un curioso ejercicio de calentamiento guiado por lxs propixs presentadorxs- , para que entre todxs podamos encontrar soluciones a los problemas planteados, aunque sean ficticias.

Éste género teatral está basado tanto en el Teatro del Oprimido como en la Pedagogía del Oprimido, ya que cómo bien decía Paulo Feire, uno de sus máximos representantes: “todos sabemos algo y todos ignoramos algo”. De esta manera, durante la representación se plantean las siguientes preguntas:  ¿Qué está pasando? ¿Cuál es el origen de estas situaciones? ¿Existe una correspondencia con la realidad? ¿Cómo podemos cambiar lo que está pasando?

La estructura de un Teatro Foro Clown se divide en cuatro partes: representación de la obra; cuchicheo -lxs espectactorxs se reúnen en pequeños grupos de proximidad y discuten sobre las cuatro preguntas anteriores-; compartiendo cuchicheos -se comparten las reflexiones grupales con todxs lxs presentes-; espectactorxs proponen -para solucionar la problemática que se presenta, el público propone cambios, y si es conveniente interpreta el papel de algún personaje para aclarar su propuesta.

El grupo Respiral trata las relaciones de género desde una denuncia a las dos diferentes formas de machismo más reproducidas en las relaciones humanas en buena parte del planeta. Una de ellas muestra un machismo muy visible y agresivo. La otra supone un “avance” de la primera; se esfuerza por rechazar la agresión física, pero pasa por alto todos los micro-machismos, tan fuertemente introyectados tanto en hombres como en mujeres –aunque principalmente en los varones-, y que constituyen la sólida base del patriarcado en las sociedades modernas. Este tratamiento se encarna en los dos protagonistas principales, Pantuflo y Teodoro, dos antiguos amigos que se reencuentran después de mucho tiempo.


La primera escena sirve de presentación de los dos protagonistas. Cómo se ven a sí mismos y cómo ven al otro en la cuestión de las relaciones de género. Pantuflo defiende el prototipo de hombre duro, “de pelo en pecho”, del que “lleva los pantalones puestos en su casa” y piensa que los hombres no deben mostrar sus sentimientos. Teodoro está en proceso de cambio. Asiste a unas reuniones entre varones, en las que expresan sus emociones, compartiéndolas entre todos, tratando de ayudarse mutuamente para tratar las relaciones de pareja de forma más igualitaria. Su mayor progreso es que “ya no pega a su mujer”. Para Pantuflo, Teodoro es un “maricón”, mientras que para este último, su antiguo amigo es un machista sin remedio…aunque como se verá después, no puede dejar de llegar a ciertos comportamientos que se identifican con la misma raíz de pensamiento patriarcal que cualquier otra forma de machismo. Lxs espectactorxs entran en escena para tratar de cambiar la negativa de Pantuflo de abrazar a Teodoro. Después de muchas intervenciones e interpretaciones de varios espectactores -y mucho humor-, finalmente la escena deriva en la aceptación de Teodoro para ir al bar con Pantuflo, eso sí, en la moto del primero, consiguiendo de esta manera que Pantuflo se agarre en el cuerpo de su amigo conductor para no caerse de la moto.

La siguiente escena se desarrolla en casa de Pantuflo. Éste entra borracho en la misma y se encuentra a su hijo bailando la canción de “macho men”. Se enfada con él y le dice que la apague. Pregunta por su esposa Jaqueline que no está en la casa. Al rato llega, reprimiendo a Junior por dejar cosas tiradas por la casa. Pantuflo se enfada con ella y le pega. Luego se entretiene viendo la televisión y bebiéndose una cerveza que su mujer la acaba de traer. En ese momento se empieza a sentir mal y le dice a su hijo que Jaqueline es una inútil, pero él debe ser tan macho como su padre, que lo quiere mucho y para demostrárselo, le da un dinero que Junior acepta sin importarle nada -al parecer- todo lo que acaba de pasar, por tenerlo por costumbre.

De esta situación se pueden extraer muchas reflexiones, como así lo hicieron lxs espectactorxs. Se remarca la tendencia del hijo a imitar el rol de “machito” del padre. Se le pide a éste que trate de ayudar tanto al padre primero -haciéndole ver que ni emborracharse, ni su actitud en general, le lleva a ninguna parte – como a la madre después. La manera de cómo ayudar a la madre crea controversia entre lxs espectactorxs. Hay quien opina que el hijo debe sacarla de la vista del padre, para que no le agreda; y quien piensa que la madre debe enfrentar la situación con la ayuda del hijo, tratando de razonar con el borracho, pese a su estado de embriaguez. Para ver cómo solucionar el problema, se interactúa directamente con Jaqueline, la cual, temerosa del marido, responde que no sirve de nada esconderse ni hablar con él, pues los golpes los recibirá igual, si no es hoy, será al día siguiente. Así, la atención de lxs espectactorxs se centra en ella. Se le plantea si esa es forma de vivir, y se le propone que sea fuerte, que deje al marido, o al menos que busque ayuda.

Esta escena es una clara metáfora de cómo la violencia genera más violencia, y además es compañera inseparable del miedo. Violencia de parte del marido por miedo a sí mismo, se esconde tras de ella por no ser capaz de hacerse respetar desde su propio desarrollo personal, desde sus propias habilidades relacionales; violencia de la mujer al hijo por que la opresión interna que sufre debido a los malos tratos, la bloquea, no le permite  interactuar de otra manera.; y violencia que se intuye en el hijo en su forma machista de bailar y en su “pasotismo” hacia la violencia del padre a la madre.

En el tercer acto, la esposa de Teodoro aparece en escena llamando por teléfono a Teodoro, diciéndole atropellada y casi inteligiblemente que está de camino hacia el “Teatro del Comprimido”, que ha quedado allí con unas amigas. El cónyuge, que queda en casa con el cuidado de lxs hijxs y de las tareas domésticas, se ve superado por la situación, al no estar acostumbrado a ocuparse de estas cosas, ya que son tarea habitual de la mujer. Por ello, la llama continuamente, preguntándole cómo puede hacer cada una de las tareas que le van surgiendo. Ella, molesta, agobiada, y con evidente sentimiento de culpa se resigna y vuelve a su casa para ocuparse de lo que el marido no es capaz.

Algunxs espectactorxs proponen a la esposa que trate de razonar con Teodoro porqué quiere ir al encuentro, y porqué no debe llamarla continuamente; otrxs, directamente le aconsejan que apague el teléfono. Finalmente ella accede a esta última propuesta, cambiando así el escenario del último acto, que comentaré más tarde.

Se presenta a una mujer que se quiere creer liberada, y que intenta actuar cómo tal, pero su pensamiento todavía no está en ese nivel de emancipación, como lo demuestra el hecho de que  conteste continuamente al teléfono a su esposo y finalmente decida volver a su casa con sentimiento de culpabilidad. El caso del esposo es muy similar. Es consciente de que debe tratar a su mujer de forma más justa, y mantener con ella una relación equitativa; pero a la hora de la verdad, le falta determinación para poder afrontar el reto que se le presenta.

El último acto discurre en la casa del matrimonio. Ella llega enfadada y preocupada y riñe a su pareja por no saber encargarse de las tareas domésticas. De forma innata, Teodoro es capaz de darle la vuelta al discurso de su esposa e incluso aumenta su sentimiento de culpa por haber abandonado sus quehaceres habituales. La excusa más utilizada por él es que tiene dos trabajos con los que lleva el dinero a casa -ese micromachismo tan habitual que consiste en sentirse superior por haber generado una dependencia económica absoluta en ella.


En la fase transformada de este final de la obra, la escena se desarrolla en los lugares donde se celebra el “Teatro del Comprimido”, ya que Teodoro va a buscar a su esposa, preocupado porque no  le cogía el teléfono. Se lleva a cabo un diálogo entre ambos durante el que ella trata de hacer ver a Teodoro que el trabajo del hogar y de los cuidados es tan importante como el laboral que él realiza. Para que éste pueda empatizar realmente a su esposa, y de esta forma, comprenderla, le comenta que para ella asistir al encuentro de teatro es tan importante como para él sus reuniones REM. Finalmente, no sin reticencias, Teodoro parece comprender a su mujer y aceptar que ella también tiene derecho a divertirse.

Asímismo, es importante destacar el realismo de los actores en la parte de reinterpretación de la obra, tras la transformación propuesta por lxs espectactorxs, siendo muy reticentes de realizar cambios radicales en su comportamiento. De esta manera, se sugiere que la transformación interna que debe tener una persona para superar ciertos prejuicios sociales que le llevan a caer en machismos u otras formas de opresión, es muy complicada  y no se hace de la noche a la mañana.

Para finalizar, merece la pena mencionar el enorme impacto que ha tenido esta obra en lo que llevamos de encuentro. Esto se debe a la originalidad del género clown. ¿Se debe plantear una problemática social tan grave y patente en un contexto tan humorístico? Hay quien dice que en esta obra el humor supera al mensaje, lo que hace evadirse al público de la problemática. Para otrxs, entre los que me incluyo, se consigue remarcar el comportamiento ridículo y absurdo del opresor;  Logra con una gran efectividad la atención del público; y pone al espectactor en un dilema permanente sobre si reírse o no ante comentarios agresivos del opresor, haciéndole así replantearse hasta que punto, en su subsconsciente, reproduce este tipo de pensamiento opresores.

Este género teatral, aún en la cuna, tiene un potencial pedagógico enorme, y una capacidad de impacto muy fuerte, por lo que si se consigue expandir en un futuro, podría suponer una fuerte herramienta de transformación social.

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